lunes, 22 de febrero de 2010

BLOGBLOG

Es importante considerar, que si bien el índice sintético de la etnicidad es la lengua por ser ésta un “marcador” simbólico de la identidad sociocultural, su preeminencia, no es indispensable para la continuidad étnica, como es el caso del estado de Morelos, donde el desuso de la lengua vernácula se ha generalizado, o bien su uso se constriñe a la vida doméstica entre personas adultas.
Pero en cambio, los valores culturales ofrecen a los miembros de la comunidad un sentido de pertenencia y de identidad étnica: Los usos, costumbres, tradiciones y formas de organización social, continúan siendo factores que dan identidad social a las comunidades como indígenas.
Por ello, resulta insuficiente restringirse a los criterios lingüísticos, ya que si consideramos otros factores de identidad, como los arriba señalados, son indígenas también aquellas personas que se asumen así mismas como tales, pues aunque hayan dejado de hablar su lengua nativa conservan valores culturales y religiosos, formas de pensar, de hacer justicia, de organizarse para el trabajo y relacionarse con la naturaleza, propias de su comunidad de origen.
Los nahuas de Morelos, en tal sentido hablen su lengua o no, conservan en gran medida los conocimientos de sus antepasados, su visión del mundo, de la naturaleza, sus formas de elegir a sus representantes, sus ritos agrícolas, de petición de agua, sus procesiones a los lugares sagrados, sus danzas, su música, sus recuerdos sobre un pasado cercano lleno de posibilidades ecológicas y abundancia de recursos frente a la pobreza económica y las carencias en las que viven actualmente.
Aunado a esto, las manifestaciones de su cultura se han resguardado en las mentes de los viejos o en las cofradías religiosas, en las mayordomías y grupos de vigilancia de los santos, en los agricultores que rezan a san Isidro o a san Gregorio, en los que llevan a bendecir sus semillas a la iglesia el día de la Candelaria, o van en procesión al cerro del Coatepec, así como los que aprendieron a observar la luna y conocen los mejores momentos para regar o cosechar.
Bajo esta perspectiva, la estimación de la población indígena nahua en el estado de Morelos, es difícil de precisar pues el criterio censal sólo considera indígenas a los hablantes de una lengua vernácula, y aunque el XI Censo General de Población y Vivienda de 1990, es el primero desde 1895, que considera como indígena a los niños de 0 a 5 años que viven en hogares donde los padres hablan una lengua indígena, es evidente, que hay otros rasgos culturales con los que una persona se identifica como indígena, independientemente del uso restringido, insuficiente, o del desuso de su lengua vernácula, por diversas circunstancias, ya sea en el caso de algunos miembros del grupo étnico, o de todo el grupo.
Señalemos otras circunstancias de esta especial conformación de la identidad étnica de los pueblos nahuas de Morelos, que nos ayuden a precisar más sobre esta particular dinámica sociocultural en la que han estado inmersos, y que ha derivado, en el mejor de los casos, en ignorar su existencia o en el peor, negarla, no obstante, tener en la entidad más población indígena que los estados de Nayarit, Guanajuato o Querétaro.
A pocos años de la constitución política del Estado Libre y Soberano de Morelos en 1869, se inicia la llamada “paz Porfiriana”, durante este período las condiciones de vida y trabajo a través del sistema de haciendas fueron similares, propiciando a excepción de los pueblos ubicados en la zona montañosa del norte, una singular homogenización en las formas y estilos de vida de los campesinos de origen nahua asentados en los valles y sujetos a las plantaciones azucareras.
Esta homogenización se generalizó durante el movimiento revolucionario, ya que éste involucró a todos los habitantes del estado, aunque los hechos de mayor trascendencia ocurrieron en las haciendas localizadas en los valles.
Estos dos factores, el trabajo en las haciendas y el movimiento revolucionario, contribuyeron a homogenizar a la población; por un lado las haciendas absorbieron un alto porcentaje de tierra y con ello se inhibió la posibilidad de continuar con una agricultura orientada al autoconsumo y basada en el maíz, la cual se organiza a través de mecanismos familiares y de ayuda mutua que determinan sus patrones culturales que reafirman la identidad étnica
Por otro lado, el movimiento revolucionario, trajo una significativa disminución de la población nahua ya que se trastocó el patrón económico que giraba alrededor de las haciendas, el cual llegó a la inactividad, especialmente mientras había incendios, persecuciones, matanzas y una diáspora de indios a Yucatán y Quintana Roo.
En virtud de que la única industria significativa era la de los ingenios, que dependía a su vez de la producción de caña de las haciendas, el cambio de la agricultura de autoconsumo a la agricultura comercial fue inevitable durante el Porfiriato, y este ocurrió en casi toda la entidad, exceptuando nuevamente la mayoría de los terrenos de la zona montañosa del norte, que continuaron siendo productores de frutales y maíz en pequeña escala, manteniendo su tecnología tradicional hasta épocas recientes.
Bajo esta perspectiva se impuso como necesario revisar los criterios de identidad étnica, originalmente restringidos como señalamos al uso o desuso de la lengua vernácula, con lo cual se limitaba la estimación de la población indígena de la entidad.
Al reconsiderar el criterio lingüístico como único marcador simbólico de la identidad sociocultural y considerar otros valores culturales que ofrecen a los miembros de las comunidades indígenas sentido de pertenencia y de identidad étnica como los usos, costumbres, tradiciones y formas de organización social.
Con estos criterios se identificaron alrededor de 32 comunidades como indígenas, este rango puede variar a 35, si se incluyen de la ciudad de Cuernavaca, los pueblos de Ocotepec, Ahuatepec y Santa María Ahuacatitlan, sin contar a una considerable población flotante de grupos étnicos inmigrantes de origen Nahua, Tlapaneco, Mixteco, Mazahua y Totonaca entre otros, de los estados circunvecinos que vienen a vender sus artesanías o a emplearse como jornaleros agrícolas.
Siguiendo este perfil sociodemográfico en el estado de Morelos, el total de personas de más de 5 años que hablan una lengua indígena para el 2000, asciende a 30,896. Dato del que se desprende un porcentaje del 2.31 del total del municipio.